Firmin, Sam Savage

No me ha gustado. Lamento tanta rotunidad, pero es la realidad, no me ha gustado más allá de alguna frase brillante o algún pasaje hirónico bien trazado.

No me gusta mucho la gente que cita a otros para hacer ver su sabiduría, o que su cerebro está lleno de respuestas del Trivial Pursuit, pero hoy lo voy a hacer yo citando a Cayo Plinio, Plinio el viejo, el sabio romano que murió en Pompeya, y que aseguraba hacer un resumen de todo lo que leía porque incluso en los peores libros siempre había una gran frase.

No es el caso, quiero decir que no es un mal libro, ni mucho menos de los peores que he leído, nada más lejos, pero no me ha gustado.

En los artículos anteriores de otras lecturas he dicho muchas veces que un libro depende tanto o más de las circunstancias en que es leído de que como fue escrito, y es posible que haber leído las Cenizas de Ángela con anterioridad a Firmin haya influido en mi juicio sobre éste último.

Firmin es una rata de cloaca, nacida como rata, la más joven de una camada de ocho o nueve hermanos, y que toda su vida es un largo y continuo intento por comportarse como un ser humano. El catalizador de tal milagrosa transformación es la lectura. La rata nace por casualidad en una vieja tienda de libros en la que junto a sus hermanos descubren el sabor y la calidad alimenticia del papel, sin embargo, Firmin, mientras devora páginas completas de cualquier novela, aprende a leerlas.

Por supuesto esto le cambia la vida. Poco a poco comienza a atesorar conocimiento en su pequeña cabeza y a comprender al ser humano hasta el punto de idealizarlo, tanto así que se enamora (en el sentido más idílico de la expresión) del dueño de la tienda de libros. Este romance platónico unidireccional finaliza el día en que es descubierta y el tipo le pone matarratas hasta en la sopa. Suerte que Firmin sabe leer y descubre el engaño...

Tras esta primera experiencia con un ser humano, y tras haber leído todos los volúmenes de la libreria, marcha un par de plantas más arriba hasta el apartamento de un borracho semi vagabundo, escritor y bohemio fracasado, que la trata con cariño, pero que jamás llega a comprender la sabiduría de la rata, a quien, si bien le da de comer y la cuida, no deja de ver como una bestia que le hacer reir en sus intentos por tocar el piano o cuando la descubre en actitud lectora frente a un libro.

Esta relación de desengaño con los seres humanos, además de una degradación continua del barrio en el que se desarrolla la historia (Boston, USA), hacen que Firmin cada vez sea una rata más amargada y que la vida se convierta en algo peor incluso que el veneno con que el librero intentó matarla.

No está mal, incluso releyendo mi crónica parece que me haya gustado..., pero a lo expuesto hay que añadir que a la rata le gusta el cine, y no cualquier cine, ya que su preferido son las películas porno. A la rata le encantan las mujeres desnudas. No me mal interpreten, a mí también me gustan, pero yo no soy una rata, o por lo menos no lo soy en la parte física.

Y ése es el gran intento en que yo creo que el autor no ha sabido llegar hasta el final, hacer ver a la rata Firmin como una extensión de cualquiera de nosotros. La rata es en realidad una metáfora, quizá de la vida del propio autor, pero sin duda de la raza humana. Una bestia fea, que debe luchar toda su vida en contra de sus instintos más bajos (en el caso de una rata, bajísimos), que no comprende a los demás, solitaria, refugiada únicamente en la lectura y en las ensoñaciones que ésta le produce. Vive la rata dos o tres realidades paralelas, la de rata, la de rata pornógrafa y la de rata erudita. ¿Quién de nosotros, amantes de los libros casi hasta el punto de disfrutar con su ingesta, no tenemos dos o tres vidas?

Sam Savage ha intentado que cada uno de nosotros reconociéramos un Firmin en nuestro interior, pero, desde mi punto de vista, lo ha etiquetado tanto que hace que yo, por ejemplo, no vea en mí a ese Firmin, o por lo menos, que las partes de rata que me reconozco no sean las mismas que las de la protagonista. Y por este motivo, por esa ambición literaria no conseguida, es por lo que no me ha gustado la novela.

Como cuento estaría bien, una rata que aprende a leer, es divertido..., incluso como alegoría, una rata (leáse persona poco evolucionada) comienza a leer, cambia, aspira a ser mejor, sigue leyendo, la vida le da palos, lee más, comprende la vida, se amarga, ve todas sus carencias, se amarga más, envejece y muere en la más absoluta soledad e incomprensión. Bien, visto así es un gran guión, además está bien escrita, pero creo que cuando la novela comienza a tener profundidad, la rata (o el autor) no están a la altura.

Es sin embargo un libro muy recomendable de leer, que si entras en él se lee con suma rapidez y que al final te deja un cierto cariño por ese animal. He leído en otros lugares críticas con frases como "un libro delicioso", y sinceramente, será lo que sea y a cada uno le será según su propio criterio, pero delicioso no es. Más bien es amargo, un "libro amargo", como una especie de Ratatouile que en lugar de destilar candor y dulzura, pierde galones de amargura y soledad por sus grietas.

Que la disfruten.

Resumen (editorial)

Un relato de humor negro sobre el exilio de una rata, un amor no correspondido y el poder de la literatura.

Nacido en una pequeña librería en un decadente barrio de Boston, Firmin aprende a leer digiriendo su nido hecho de un libro cortado a tiras. Pero rápidamente comprende que una rata culta es una rata solitaria. Marginada de su familia, busca la amistad de su héroe, el librero, y de un escritor de ciencia ficción fracasado. A través de una serie de desventuras, Firmin es presa de su propia alma creativa, un lugar donde Ginger Rogers puede abrazarle fuerte y donde los libros roídos y las ratas acabadas pueden encontrar a alguien que las adore. A medida que Firmin navega por las calles sombrías en busca de amor y comprensión, su soledad y su miedo se tornan humanos e irremediablemente conmovedores. Original de una manera brillante y llena de alegorías, Firmin está repleta de encanto y de añoranza por un mundo que entiende el poder redentor de la literatura.

Comentaris

  1. Esnormal que si le han gustado las cdnizas de Angela, no te guste Firmin.

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  2. Esnormal que si le han gustado las cdnizas de Angela, no te guste Firmin.

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