Tokio Blues, Haruki Murakami



Debo reconocer que últimamente soy muy afortunado, encadeno obra de arte tras obra de arte. Salvo algún volumen comprado de última hora en un aeropuerto, el resto de obras que voy leyendo, así como las que me esperan ordenadas en mi estantería, son verdaderas muestras de excelente literatura.

Esto me ha ocurrido con Tokio Blues, una pieza extraordinaria. Me acerqué a la literatura del señor Murakami con Kafka en la orilla, una novela que me pareció una delicia, como vivir en una historia manga, y decidí, de la mano de mi librera, adentrarme algo más en la obra de este autor. Me dijo que su obra más reconocida era Tokio Blues y, sin pensarlo ni un segundo, me eché el ejemplar a la mochila. Bien, anoche la finalicé. Aún a riesgo de vegetar durante el día de hoy (como en realidad me ocurre), estuve leyendo hasta bien entrada la madrugada y no me arrepiento lo más mínimo.

Tokio Blues es además un libro nocturno. Es magnífico para las horas de insomnio, más que para las sobremesas. De hecho, en algún momento que he intentado leerlo en horas diurnas, incluso me ha llegado a aburrir, mientras que por las noches me ha robado horas de sueño por montones.

En esta novela el señor Murakami construye una radiografía de la ciudad de Tokio, pero lejos de lo que me esperaba por el título, Tokio no tiene la más mínima importancia. La misma historia podría haber ocurrido en Barcelona, New York o Amsterdam. En la versión original la novela se titula “Norwegian Wood”, título extraído de una canción de los Beatles y que le es mucho más adecuado, además de estar realmente vinculado con la historia. Quizá no hubiera tenido el mismo tirón comercial que Tokio Blues, pero se ajustaría más a la realidad de la novela.

Basada en cuatro personajes principales, Watanabe, Naoko, Midori y Reiko, varón y tres mujeres, se explica el paso de un joven de la adolescencia a la madurez. Sí, lo sé, un tema manido como el que más, pero tan bien narrado, tan extraordinariamente explicado, que convierte a esta novela en una obra imprescindible en cualquier librería.

Cada personaje, además de los muchos secundarios que van apareciendo, Kizuki, Nagasawa, etc.…, tiene una función vital en la novela, narrada en primera persona por su protagonista principal, Watanabe, un joven de diecisiete años en el inicio y veinte en el final de la obra.

Naoko es la turbulencia, la culpa, los vínculos con un pasado triste, lleno de oscuridad, en el que los suicidios andan a la orden del día en una sociedad japonesa enferma, encerrada tanto en sí misma que es incapaz de socializar más allá de las formas. Incapaz de mostrar sentimientos reales, jóvenes torturados por las ausencias familiares, por la presión, por el miedo a ser adultos. Una sociedad japonesa en la que hacerse mayor significa entrar a formar parte de una cadena en que todos los eslabones carecen de personalidad. La muerte del individuo y de sus ilusiones.

Reiko es el único personaje adulto. Una mujer “torcida”, como ella misma se denomina. Una persona quebrada por el paso de su juventud a su madurez. Una joven promesa, una madre perfecta, una esposa enamorada, y todo quebrado ante el primer y real disgusto de la vida. Muchos años de encierro y reflexión hasta comprender que la vida no merece tanto sacrificio. Muchos años dedicados a ayudar a los demás en lo mismo que ella fracasó. Muchos años de terror a vivir, de pánico a la gente, de pensamientos destructivos, fobias y temores sin curar. Demasiado para no comprender hasta al final que debía de haber funcionado de otra forma. Sin embargo Reiko es la prueba de que si se vive lo suficiente, al final se puede llegar a vencer. Todo estiba en tener el valor de llegar, algo para lo que los jóvenes de la década de los setenta no parecían estar demasiado preparados.

Midori es la realidad, la vida cierta. Lo más alejado a la turbulencia mental de los otros personajes. Una chica alegre, viva, sin mayores remordimientos que un enfado momentáneo por no haber recibido un piropo por su nuevo peinado. Midori, curiosamente el personaje más atormentado por cosas reales (su madre falleció, faltos de dinero, su padre postrado enfermo, encargada de cuidarlo hasta el final,…), sin embargo es el más alegre, la más sencilla de todos. Cuando sus motivos son suficientemente trágicos para haber hecho de ella una amargada, Midori escoge lo contrario, mientras que el resto de personajes que si viven una realidad de amargura y desasosiego lo hacen por situaciones mentales, por recuerdos y traumas, no por situaciones reales y difíciles en la convivencia diaria.

Watanabe, el protagonista. Toda la obra narrada desde su punto de vista, rígido, de compromisos, serio, atormentado también por la imposibilidad real de poder cumplir con todo, con todos y a todas horas. Aquejado por un sentimiento de culpa que debe superar a diario para seguir avanzando. Solo ante la encrucijada entre Naoko y Midori, entre la fantasía y la realidad, entre la amargura perpetua con la esperanza de remisión, y la alegría ya conseguida. Un verdadero adolescente tardío en el camino de su madurez.

Algo que me gusta es que la obra esté escrita en primera persona y siempre agradezco. Yo también acostumbro a escribir así para ponerme en la piel del protagonista (salvando las distancias kilométricas entre Murakami, o cualquiera, y yo). Creo que no hay mejor forma para acercar el personaje (ya convertido en persona real) a la imaginación y los sentimientos del lector que hacerlo narrar en primera persona. Los trazos vitales del personaje los puede asumir el lector como propios, sobre todo en aquellos en que se te vas a sentir más identificado. Yo no hablamos, o leemos, que a fulanito le pasó esto y esto otro, sino que a mí me ha pasado tal cosa y me he sentido así. Esto me ha ocurrido con Watanabe, que no sabía cuando hablaba él y cuando sentía yo.

Ojalá en mi vida de escritor tenga alguna vez la capacidad de crear un personaje tan bien realizado como Watanabe.

En resumen, Tokio Blues, me ha resultado una obra extraordinaria. Una novela en la que sus personajes han vivido conmigo desde la primera hasta la última hoja. Una novela en la que yo también he sentido los dedos sensuales de Naoko, he visto su cuerpo blanco a la luz de la luna y me he estremecido con los roces de su cabello en mi ombligo.

Para ser justos debo decir que hay un personaje más, que también tenía su importancia en Kafka en la orilla y que vuelve a aparecer en Tokio Blues, la música. El señor Murakami es un melómano que no se cansa de recomendar piezas, compositores, obras, incluso canciones sueltas, a los lectores que, una vez entregados a su magnífica prosa, no podemos más que asentir con la cabeza y moverla al ritmo de unas notas creadas sólo para nosotros.

Piezas escogidas, por lo menos las que he podido reconocer en mi incultura musical, melodías extraídas de grandes obras. Como su prosa, palabras encadenadas por la sabiduría de un maestro.

Resumen del libro (editorial)

Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha casualmente mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los Beatles, y la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta. Toru recuerda, con una mezcla de melancolía y desasosiego, a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor -y único- amigo de la adolescencia, Kizuki. El suicidio de éste les distancia durante un año hasta que se reencuentran en la universidad. Inician allí una relación íntima; sin embargo, la frágil salud mental de Naoko se resiente y la internan en un centro de reposo. Al poco, Toru se enamora de Midori, una joven activa y resuelta. Indeciso, sumido en dudas y temores, experimenta el deslumbramiento y el desengaño allá donde todo parece cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte. La situación, para él, para los tres, se ha vuelto insostenible; ninguno parece capaz de alcanzar el delicado equilibrio entre las esperanzas juveniles y la necesidad de encontrar un lugar en el mundo.

Comentaris

  1. Excelente reseña! Goza usted de un estilo muy agradable para sugerir la lectura de una novela. Muchas gracias por su recomendación.

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    1. Estimado Fernando, muchas gracias a ti por pasar por el blog y por dejar tu comentario. Muy agradecido. Saludos,

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  2. No habia tenido oportunidad de introducirme en la literatura japonesa (de hecho, a veces resulta complejo, al no saber por donde empezar) y debo admitir, que Tokio Blues fue un tremendo y excelente (y espero que) catalizador, para leer más de Murakami y de otros autores del país, concuerdo con que es una lectura nocturna, le di su tiempo de día, pero por alguna razon toma una fuerza en la noche que hace la historia especial y en cierta forma, más vivaz, y me senti impresionado, en simples palabras, no puedo creer que no lo tuviera antes, crudo, real, y los personajes simpatizan casi que inevitablemente.

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    1. Estimado Leonardo, antes de nada, muchas gracias por pasar por el blog y dejar un comentario. Muy agradecido.
      Realmente esta novela, además de que es excelente, me sorprendió la diferencia entre leerla de día o de noche. De día me aburría e incluso llegaba a notarla absurda, mientras que en la soledad de las noches sus personajes me atrapaban entre sus brumas. La disfruté mucho.
      Me alegro al saber que mi opinión es compartida!
      Un saludo,

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  3. Excelente reseña y análisis. Comparto totalmente esta idea de que Murakami es para disfrutar de noche. La simpleza con la que escribe sobre temas tan profundos hacen que la lectura de sus obras se vuelvan una adicción.

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    1. Muchas gracias por pasar por el blog y dejar un comentario. Muchas gracias.
      Es una alegría saber que somos varios los que vivimos esta novela en las horas de la noche. Es increíble lo que logra un buen autor...
      Saludos,

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  4. hola, mi experiencia ha sido desagradable con Haruki Murakami, inicie leyendo Crónicas del Pájaro que da Cuerda al Mundo, vaya lió en el que me metí, me lo recomendó un amigo, mas de mil paginas por gusto, no me interesa tantísimo detalle, habían momento que me desesperaba, una historia de no mas de 200 paginas Murakami hace uso excesivo de los detalles sin importancia, de que me sirve saber el color del cenicero que reposa en la esquina de una cuarto lúgubre.....

    luego cayo en mis manos Tokio Blus, ciertamente no lo pude concluir, aunque mi orgullo me lo exigía, no lo logre. no tengo planes de leer algo de Haruki Murakami por lo que me resta de vida.

    Excelente Blog, me la paso divagando por acá y me entretiene mucho.

    saludos!!!

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  5. que maravilla,,, ya la quiero leer. el autor me engancho con 1Q84

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  6. Lo acabo de comprar, me siento ansiosa por adentrarme en su lectura, excelente reseña, saludos :D

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  7. Lo acabo de comprar, me siento ansiosa por adentrarme en su lectura, excelente reseña, saludos :D

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  8. Acabo de terminar Tokio Blues...siendo esta mi primera lectura de Murakami y de cualquier escritor japonés. Termino con un sabor agridulce...por un lado el inicio y final del libro me han parecido obras maestras y sin embargo muchos pasajes durante el libro me han resultado pesados (coincido en que es un libro nocturno jeje!).
    Gran reseña que resume muy bien un libro que desde luego no resulta indiferente y que tiene algo de hipnótico a pesar como digo de tener sus altibajos.
    Saludos desde Sevilla!
    Silvia

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    1. Muchas gracias Silvia, por tus palabras y por pasar por el blog. Murakami tiene esa parte de desconexión en el interior de sus novelas, como de pesadez para el lector, que a veces resuelve con maestría (o eso me parece a mí), y a veces se eterniza en esa matraca sin dirección.
      Saludos desde Punta Cana!!
      Jordi

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