El enredo de la bolsa y la vida, Eduardo Mendoza


En otras reseñas sobre alguna obra del autor ya me he declarado admirador confeso y parcial de Eduardo Mendoza, así que mi reseña sobre su última novela no puede ir en otro camino que no sea éste.

En esta entrega de uno de sus personajes más geniales, y que por desgracia es muy posible que sea la última, el señor Mendoza nos teje una trama estúpida, plagada de personajes y situaciones estúpidas, en un entorno estúpido y unas motivaciones igualmente estúpidas. La vida misma.

Esta vez, con la peregrina idea de salvar a un antiguo compañero de manicomio, un tal Rómulo el Guapo, el genial detective anónimo se mete de lleno en los años "precrisis", en ese momento en que ya se intuía el drama que se avecinaba pero en el que la gente todavía gastaba los dineros que no tenía en banalidades. Así, de la mano de un grupo de detectives formados por estatuas vivientes, repartidores de pizza y músicos callejeros, el detective casi septagenario arma una red de espionaje a través de la que el señor Mendoza, entre risas y ji-jis, ja-jas, da una clase magistral de sátira colocando frente a cada lector uno de esos espejos que devuelven la realidad deformada, que hacen tanta gracia, pero que el barrigón se ve más barrigón, el cabezón más cabezón, y el flaco, más flaco.

El planteamiento de la novela es tan genial, y absurdo, como las anteriores, los personajes, las vivencias, la trama, excelentes, sin embargo (y seguramente porque yo soy mucho más viejo que entonces) no me ha sorprendido o divertido tanto. Reconozco que la escena en que el detective baja por una escalera de un bloque de vecinos y orina sobre una alfombra hizo que me carcajeara espontáneamente, pero si tuviera que hacerle un poco de crítica negativa quizá sería esta.

De todas formas decir algo negativo de la obra del señor Mendoza me parece casi una blasfemia, por lo que lo dejaré entre paréntesis y advirtiendo que esta novela es de lo bueno que he leído últimamente.

Resumen del libro (editorial)

Corren tiempos de crisis. Contra su voluntad, es decir, movido por la amistad y sin un euro en el bolsillo, el peluquero vuelve a ejercer de insospechado sabueso en la Barcelona de hoy.
La misteriosa desaparición de un antiguo amigo del sanatorio mental será el punto de arranque para resolver un caso de repercusión internacional con la inestimable ayuda de un infalible equipo de investigadores: la adolescente Quesito, el timador profesional Pollo Morgan, la Moski, acordeonista callejera, y un sin fin de personajes insólitos.

Eduardo Mendoza regresa con una sátira genial sobre la Europa de nuestros días, como las que sólo él sabe hacer.

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