Estación Orichalcum, Gabri Ródenas


No sé muy bien cómo realizar una reseña de esta novela. Lo más acertado sería decir que me he divertido de verdad con su lectura, algo que no me pasaba desde hace mucho, mucho tiempo. Con un estilo entre Jasper Fforde y Junot Díaz, la obra de Gabri Ródenas realmente me lo ha hecho pasar bien.

La novela, un thriller, congrega a un grupo de personajes estereotipados que se vanaglorian de representar estos estereotipos y los estiran hasta casi la parodia. Por ejemplo el militar rudo, es muy rudo, la chica inteligente y bonita, es muy inteligente y muy bonita, el periodista investigador es un tipo con más contactos que la placa madre del servidor de Google, el ingeniero es un genio digno de Nobel, y así la mayoría de los personajes que pueblan la novela, pero que lejos de ridiculizarla o empequeñecerla, la hacen real y la engrandecen con gran mérito del autor por la enorme dificultad que esto entraña.

Por lo que respecta a la trama, he de reconocer que en algún momento se me atascó un poco porque el autor giraba y giraba sobre el mismo eje sin desplazarse, hasta que por fin arrancó de nuevo y la lectura recobró la agilidad de un inicio excelente.

Sin embargo hay un par de cosas que no me han acabado de encajar del todo, y que quisiera hacer notar, la primera es la continua referencia en esta novela a la anterior del mismo escritor. Gabri Ródenas escribió, antes de Estación Orichalcum, El búnker de Noé (que no he leído), novela en la que nacen algunos de los protagonistas de Estación Orichalcum, pero no todos. Nadie puede leer La chica del dragón tatuado sin haber leído antes Los hombres que no amaban a las mujeres, pero todo el mundo sabe que es una trilogía. En el caso de Estación Orichalcum no es una continuación de la novela anterior. Repite personajes, cierto, debe haber alguna referencia, de acuerdo, pero no una mención gratuita constante a la obra prima. Y la otra cosa que me ha hecho patinar un poco es la excesiva, desde mi punto de vista, reflexión de los protagonistas sobre los hechos que van ocurriendo. Por ejemplo, en un momento de una conversación hablan de casos como Facebook o Twitter, y enseguida viene la reflexión sobre las redes sociales, y sobre la adicción a las mismas, etcétera, etcétera. Si hablan de economía, viene una reflexión/explicación sobre la situación actual, y este recurso, a mi gusto, es demasiado abundante en la novela. 

El propio escritor, que alterna presencia con el protagonista de la novela, el también escritor León Poiccard, y que tengo la sensación de que es un alter-ego del propio Ródenas, es quien hace muchas de estas reflexiones que yo considero un tanto excesivas. Incluso él mismo afirma en un párrafo, con el que coincido al cien por cien, lo siguiente: “Detesto a los escritores que no tienen en cuenta a los lectores, que les miran por encima del hombro o que consideran que no son más que meros borregos cuya finalidad se limita a enriquecer económicamente al autor.”, para después explicar, como si el lector no fuera capaz por sí mismo, muchos pasajes y reflexiones de la novela.

No sería justo reconocer que algunas de estas reflexiones “alter-egadas” del señor Ródenas conforman las mejores partes de la novela, de las cuales señalo dos por resultarme muy cercanas a mi propio pensamiento:

"Mi escepticismo siempre ha supuesto un secreto inconveniente para mí. En ocasiones creo que mi actitud excesivamente distanciada me impide disfrutar plenamente de la vida. Es decir, pienso que la disfruto intensamente, pero cabe la posibilidad de que no sea así del todo. Siempre queda en mí un cierto recelo, una duda, un hastío."
"Jules Verne, Melville, Platón, la Biblia, Gilgamesh. El corazón de hombres y mujeres siempre ha anhelado la transcendencia. La historia de la humanidad no es otra cosa sino la lucha feroz contra la materia. Y en ese campo de batalla surgen dioses y mitos."

Me queda una sensación muy agradable tras leer esta novela, por un lado he descubierto a un autor que se esfuerza por ser diferente. Que trata de que sus palabras suenen a normalidad, algo tan difícil que todos los que hemos intentado escribir cuatro palabras encadenadas con una cierta lógica sabemos que es casi imposible. Requiere más trabajo un diálogo “normal”, que el mejor diálogo literario que pueda imaginar un autor. Este gran trabajo, esta cantidad de horas tras la novela, no se notan, dando la sensación de que Gabri se hubiera sentado una noche frente al ordenador y al día siguiente su novela estuviera acabada. Es extraordinario haber podido conseguir esto, porque es lo que hace que el lector disfrute con sus letras. Muy pocos escritores tienen esta capacidad, además es una novela con banda sonora original, algo que no se estila demasiado. Quizá Murakami fuerza la memoria de sus lectores con numerosas referencias musicales entre sus letras, pero las de Ródenas son de otro estilo, algo, digamos, con más batería y guitarra.

De verdad que la he disfrutado, un helado de menta tras varios platos pesados de cocina tradicional (algunos de ellos incluso mal cocidos) que me ha sentado extraordinariamente bien. 

¡Larga vida a León Poiccard!

Resumen del libro (editorial) 

León Poiccard disfruta de unas vacaciones junto a Maribel Salgado en Jamaica. Convertido en escritor, busca inspiración para una nueva novela a través de las redes sociales.
La desaparición de un Boeing 777 Freighter en aguas del Triángulo de las Bermudas hará que las diversas tramas se organicen en forma de una compleja muñeca matrioska que guiará al lector hasta el centro neurálgico del misterio, en una frenética búsqueda de la Atlántida que, como bien sabrán los seguidores de este escritor “canalla” e irreverente, quedará lejos de los estereotipos de la literatura fantástica y la ficción comercial y les confrontará con una realidad aterradora y bien documentada.

El propio Ródenas nos previene: “Como autor, debo mencionarle que, aunque la historia es enteramente ficticia, los datos manejados no. De modo que no puedo garantizarle que, directa o indirectamente, parte de la trama no esté basada, muy a mi pesar, en hechos reales.
Lamento anunciarle incluso antes de comenzar a leer que el final le desconcertará un poco, dado que será interpelado de manera directa. Usted tendrá que tomar una decisión importante, que será la que determine el verdadero desenlace de la historia. Espero que no se lo tome a mal y que aprecie esta oportunidad de poder tomar decisiones vitales y de gran importancia tanto para su futuro como para el de las generaciones venideras. Estoy convencido de que sabrá obrar con sabiduría, pero le advierto: su mundo ya no será el mismo desde entonces”.

Comentaris

  1. En primer lugar, como autor (ha sido el propio Google quien me ha avisado de la entrada, qué ironía), quiero agradecerte esta interesante y magnífica reseña de "Estación Orichalcum". Honestamente debo decir que has captado al milímetro la esencia de la novela; la que no se deja ver en sus líneas. has visto lo que hay detrás y eso dice mucho y bueno sobre ti.

    Me gustan incluso los "tirones de orejas" que me pegas, dado que están muy bien argumentados.

    La referencia regular a "El búnker de Noé" no es gratuita y, en sentido estricto, NO la hago yo, sino el protagonista, León Poiccard -¡autor de dicha novela!-. Realmente se trataba de una especie de juego metaliterario: hay dos "búnker de Noé": el que escribí yo y otro que ni siquiera he leído [ :-) ] y que ha sido escrito por Poiccard.

    Gracias de nuevo por esta fabulosa entrada y abrazos
    G

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