Wabi-Sabi, Francesc Miralles


Deliciosa, hermosa, frágil, breve, imperfecta y delicada. Las mejores letras que he leído del autor. 

Detonante de mi mínima carrera de escritor, siempre he visto en Francesc a una persona con tanta vida interior que difícilmente pierde el tiempo saliendo de ella. Como las grandes casas que se esconden en Barcelona en las que, tras una puerta modesta rayana en lo absurdo, se amagan salones espectaculares, jardines suntuosos y espacios que nadie habría imaginado al pasar frente a su fachada.

Con un ritmo que me ha recordado en muchos momentos a Murakami, Francesc nos adentra en un mundo de belleza efímera e imperfecta, la belleza de lo gastado, de lo ennegrecido por el tiempo, de lo sencillo y cotidiano, y lo contrasta con el ruidoso resplandor del latón pulido que tanto espacio ocupa en nuestras vidas.

Me ha alegrado que en un momento de la novela el autor reconozca que Tokio Blues es la obra de Murakami que más le ha gustado, una novela que pone el ojo en la belleza de lo imperfecto, a diferencia de su Kafka en la orilla, que cuida más la otra belleza, la de lo suntuoso y grandilocuente como un gato parlanchín en una gran novela manga.

Es una novela que no debe leerse con prisa, ni con angustia, sino con recogimiento y paciencia, y en edición tradicional de papel, al estilo de uno de los tés que toma Titus y que si no se saborean como es debido pueden confundirse con agua caliente. Los matices de Wabi-Sabi son su riqueza y exigen del lector la paciencia necesaria para pulsarlos.

No se extraiga de mis palabras que el relato es aburrido o lento, al contrario, casi como si se tratara de un thriller, en cada una de sus páginas pasa algo para que el lector no se entretenga demasiado en sus cavilaciones. La narración está trufada de frases mágicas, pensamientos íntimos o acciones sorprendentes que nos arrastran en un querer saber más de la historia, siendo justamente esta narración salpicada de momentos extraordinarios la clave que obliga a una lectura pausada para no perder detalle de ninguno de ellos.
De el Namida do Café (el Café de las Lágrimas)
"Cuando no te encuentras en el mejor momento de tu vida, no hay nada más ofensivo que la invasión de la alegría. Tienes ganas de llorar y entras en unos grandes almacenes donde te meten música máquina entre clientes que ríen y gritan como locos... Lo que me gusta de este café es que no tengo que fingir felicidad, ni taparme los oídos ni odiar a nadie. Las canciones concuerdan con mi estado de ánimo, que básicamente es una ruina. Aquí siento que las cosas son como deberían ser."
Como decía al principio de esta nota, deliciosa. 

Resumen del libro (editorial)

Samuel mantiene desde hace ocho años una relación con Gabriela, pero sigue viviendo solo en su piso de soltero. La primera mañana de junio recibe una postal sellada en Japón que muestra un gato con la pata levantada y una enigmática nota: «WABI-SABI.» Días más tarde le llega una segunda postal con la fotografía de un templo.

Un evento inesperado le impulsará a viajar al país asiático, donde aprenderá la belleza de las cosas imperfectas y se abrirá una inesperada ventana al amor.

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