Segunda parte de don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes

He intentado encontrar un resumen corto sobre lo que acontece en esta segunda parte de El Quijote, sin embargo, y como ya se deduce de mis palabras, no he sido capaz de hallarlo porque de las sinopsis escolares de tres o cuatro líneas pasamos a ensayos sesudísimos de cientos de páginas firmados por grandes catedráticos y, honestamente, ni lo uno ni lo otro casan demasiado con la idea de este blog.

En la página de Wikipedia he rescatado esta frase: "don Quijote se sanchifica y Sancho Panza se quijotiza", y en efecto (además de un millón de cosas más) quizá sea esta frase un buen resumen de la segunda parte de esta novela mítica.

En lo que a mí respecta, reconozco que no me ha gustado tanto como la primera porque he sentido mucha tristeza por el Quijote. En su primera aventura la gente lo trata como a una persona normal, a pesar de estar como un cencerro, y de ahí sus múltiples fracasos, sus palizas, sus manteadas y todas sus tribulaciones, pero en esta segunda parte Don Quijote ya es famoso, la gente lo reconoce y lo trata como a un demente. Se burlan de él, lo ridiculizan, lo maltratan más psicológica que físicamente y aquello que causaba gracia en la primera parte, en esta segunda me ha causado una gran tristeza. 

Don Alonso de Quijano, nombre del verdadero Don Quijote, es un hombre noble y de corazón tan puro que es incapaz de comprender las burlas, y no porque esté loco, todo lo contrario, es incapaz de ver la maldad ajena porque en su interior sólo alberga nobleza y bondad, dos cualidades utilizadas por los demás para reirse de él.

Justo lo contrario de lo que acontece con Sancho, quizá el gran beneficiado de esta segunda entrega, pues su personaje crece en su quijotación hasta rozar una espartana sabiduría que obliga a subrayar la mitad de sus razonamientos.

Esta segunda parte es un continuo devenir de situaciones, un road-book a caballo y rucio, una novela de aventuras, una historia tierna, una novela rosa y amarilla por tramos, un libro con dos personajes que han trascendido a su época, a su autor, a su propia historia y que caminan por las mentes y los corazones de los lectores como lo hicieron, cuatrocientos años atrás, por las tierras manchegas hasta bañar sus pies en el mar de mi niñez. 

Descanse en paz don Alonso de Quijano y viva por siempre Don Quijote de la Mancha.

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