Diez negritos, Agatha Christie


A una novela de misterio publicada hace más de 70 años, y de la trascendencia de ésta, poco le queda por revelar, nada debe quedar por explicar de la misma, ni de su estilo, de lo adelantado a su tiempo, de su final sorprendente, de sus trucos, de la calidad exquisita de la señora Agatha Christie, nada, todo está dicho, todo está escrito, todo está visto.

Pero hay una cosa que no, que nunca se ha explicado antes, y son las emociones que ha despertado en mí la novela. La finalicé ayer tarde y hasta esta mañana, bien entrada, no he vuelto a confiar en mi mujer y en mis hijos.

Más en serio, ésta ha sido la primera novela que he leído de la señora Christie. Evidentemente he visto todas las películas, conozco a Hércules Poirot y Jane Marple, así como ya conocía la historia de los Diez negritos e incluso su final. Pero aun así la novela es tan extraordinaria, el clima que recrea la señora Christie es tan impresionante que no puedo más que descubrirme, hincar la rodilla y reconocer la fabulosa imaginación (un poco enferma...) de esta señora. ¿Cómo pudo imaginar una novela así?

La obra transcurre en una isla (ya de por sí la palabra isla genera misterio y aislamiento), una sola casa, ocho invitados y dos sirvientes, nada ni nadie más. Diez desconocidos citados en diferentes formas para que coincidan el día equis a la hora hache en la isla. Sin acceso, sin posibilidades de huida o ayuda externa, abandonados a su suerte por un mecenas misterioso, lo primero que se encuentran es con una acusación terrible directa y personal a cada uno de ellos. A partir de ahí se desencadena un apocalipsis en la isla fascinante.

Las reacciones de los personajes a medida que van menguando, la desconfianza humana ante sus semejantes, la crueldad, el miedo, la paranoia, la transformación del hombre en bestia, todo se cita en esta novela. Una espiral que se enrosca cada vez más, como la cola del cerdo de Cien años de soledad, cada nueva muerte estrecha más un círculo terrorífico. Cuatro, tres, dos, sabiendo que del único que uno se puede fiar es de sí mismo, y aun así tener dudas.

Pistas, miedos, sospechas, incitaciones que te asoman a la locura. Excelente relato para imaginarlo en blanco y negro, con sombras, muchas sombras amenazantes y misteriosas.

Todavía ahora intento imaginarme a la señora Agatha Christie escribiendo esa historia, encorvada, con la imaginación perdida en la isla del Negro, el mundo corriendo a su ritmo y ella maquinando el círculo de asesinatos perfecto, para después dejar la pluma, o la máquina, y hablar con su marido, sus amigos, jugar, comer y reír como una persona normal, un poco racista (tengamos en cuenta también la época), pero normal.


Fascinante. Abstenerse lectores impresionables o que padezcan insomnio…

Resumen del libro (editorial)

Hoy cambiaré el tradicional resumen de la editorial, pues esta novela tiene cientos de ediciones, por una canción que solo de escucharla o verla escrita me eriza los vellos de la espalda.

"Diez negritos salieron a cenar; Uno se asfixió y entonces quedaron Nueve.

Nueve negritos estuvieron despiertos hasta muy tarde; Uno se quedó dormido y entonces quedaron Ocho.

Ocho negritos viajaron por Devon. Uno dijo que se quedaría allí y entonces quedaron Siete.

Siete negritos cortaron leña; Uno de ellos se cortó en dos mitades y entonces quedaron Seis.

Seis negritos jugaron con una colmena; Una abeja picó a uno de ellos y entonces quedaron Cinco.

Cinco negritos hicieron la carrera de Leyes; Uno se hizo magistrado y entonces quedaron Cuatro.

Cuatro negritos fueron al mar; Un arenque rojo se tragó a uno y entonces quedaron Tres.

Tres negritos se pasearon por el zoo; Un gran oso mató a uno de ellos y entonces quedaron Dos.

Dos negritos se sentaron al sol; Uno de ellos se tostó y sólo quedó Uno.

Un negrito quedó sólo. Se ahorcó y no quedó...

¡Ninguno!".

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