La soledad de los números primos, Paolo Giordano
Ésta es una de las pocas novelas que he preferido esperar un par de días desde que finalicé su lectura hasta escribir la opinión que me merece, y el motivo es que me gustó tanto que no sabía si el resultado era fruto de un enamoramiento pasajero, o del verdadero amor por la obra. Después de tres días reconozco que no estoy tan emocionado como cuando la finalicé, pero sí que es una pieza extraordinaria.
La soledad de los números primos toma su título de la relación matemática que existe entre algunos números primos, casi correlativos, pero separados por un número intermedio que los separa, el 3 y el 5, o el 11 y el 13, para poner un ejemplo a mi estatura matemática.
Así pues, partiendo de esta premisa numérica apta para todos los públicos, el señor Giordano construye una historia de dos personajes principales, Mattia y Alice, que al igual que los números primos, sus vidas corren cercanas y paralelas. Como argumento tampoco es el más original del mundo, historias dependientes que cada vez que parece que se van a cruzar resultan ser solo un efecto óptico, todos tenemos varias en la mente. Ni que uno de los protagonistas, Mattia, sea un matemático de éxito porque en la frialdad lógica de los números es en el único lugar en el que se siente seguro, ya que también de esto tenemos cientos de ejemplos literarios y cinematográficos.
Tampoco que Alice sea una adulta un poco desequilibrada e insegura tras una adolescencia terrible de rechazo y poca popularidad.
No, para mí lo que personalmente me ha dejado sin habla son tres aspectos principales, el primero el trauma infantil de Mattia y Alice que se relata en los dos primeros capítulos. Yo vivo en una zona caribeña y puedo asegurar que la noche que dejé a Alice en la nieve estaba tan angustiado que tuve que taparme para soportar el terrible frío que asolaba a la niña, y la historia de Mattia, qué voy a decir, si mi hijo está en la edad del protagonista cuando vive el incidente. Dos capítulos iniciales que destrozan al lector en la misma medida que a los personajes.
A partir de aquí comienza el segundo aspecto que me ha fascinado, el crecimiento. Muchas novelas que abarcan periodos largos de tiempo tienden a despachar la personalidad de los personajes con retazos de sus vidas pasadas, frases puestas poco antes de un diálogo o de una descripción para que el lector tenga una idea de porqué va a pasar lo que sigue. El señor Giordano ha construido la vida de Alice y Mattia frente a nuestros ojos para que comprendamos porque son como son en cada momento de sus vidas. Bárbaros los años de adolescencia y la terminación de la niñez, la relación con los padres de cada uno de ellos, con los amigos, con la sociedad que los rodea, como poco a poco van comprendiendo que son únicos y que están solos, como los números primos, y que la única compañía que pueden llegar a lograr de cierta calidad es la de otro solitario como ellos, lo que da paso al tercer tema que destacaría en la novela, el último gran personaje, la soledad.
La lectura de La soledad de los números primos te hiela el corazón como si te fueras adentrando en una nube de niebla helada que te aísla cada vez más del resto del mundo. Pero no es una soledad ficticia, o una soledad que afecte a los dos personajes principales, especiales por lo acaecido en su niñez, es una soledad común, real, compartida por todos los miembros de la novela, por los protagonistas, por supuesto, por las familias, por los amigos, por el entorno que crean estos dos seres apartados por sendas historias, y que acaban aislando al mismo lector.
Sin duda esta novela me ha impactado, y eso que reconozco que cada vez que veo una obra con veinte frases extraídas de los periódicos para su promoción me tiemblan las rodillas, porque sé que una buena parte de ellas han sido escritas por las mismas editoriales. Una de estas reseñas de la contraportada dice:
"Nada escapa a la atención de Giordano, que observa a sus personajes con la delicadeza feroz de quien sabe que la vida se compone de fragmentos, todos preciosos" La República.
Y es cierto, La soledad de los números primos es una novela hecha con fragmentos, todos preciosos, de la vida de dos personajes fascinantes.
“Con tan sólo veintiséis años, Paolo Giordano se ha convertido en el fenómeno editorial más relevante de los últimos tiempos en Italia. La soledad de los números primos, primera novela de este licenciado en Física Teórica, ha sido galardonada con el Premio Strega 2008 —el más importante de Italia— y ha conseguido un éxito sin precedentes para un autor novel: más de un millón de ejemplares vendidos. Asimismo, ha despertado un gran interés internacional y será traducida a veintitrés idiomas.
Existen entre los números primos algunos aún más especiales. Son aquellos que los matemáticos llaman primos gemelos, pues entre ellos se interpone siempre un número par. Así, números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43, permanecen próximos, pero sin llegar a tocarse nunca. Esta verdad matemática es la hermosa metáfora que el autor ha escogido para narrar la conmovedora historia de Alice y Mattia, dos seres cuyas vidas han quedado condicionadas por las consecuencias irreversibles de sendos episodios ocurridos en su niñez. Desde la adolescencia hasta bien entrada la edad adulta, y pese a la fuerte atracción que indudablemente los une, la vida erigirá entre ellos barreras invisibles que pondrán a prueba la solidez de su relación. La sutileza de los rasgos psicológicos de los personajes, así como la hondura y complejidad de una historia que suscita en los lectores las reacciones más variadas, resaltan la admirable madurez literaria de este joven autor a la hora de asomarse, nada más y nada menos, a la esencia de la soledad.
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