El chico de las bobinas, Pere Cervantes


Hacía años que no me conmovía una historia como la que Pere Cervantes nos brinda en esta novela. El título es, de largo, lo menos afortunado en mi opinión pues no hace justicia a una historia que trasciende de las aventuras y vivencias de un niño que reparte cintas de películas por los cines de una ciudad.

En palabras del propio autor, es una novela que agradece la sensibilidad lectora, es decir, y ya en mis palabras, se requiere una cierta sensibilidad humana porque de eso está tejida la historia, de sentimientos humanos. Hace años que dejé de escribir las reseñas de mis lecturas, en parte por aburrimiento y en parte porque se estaba convirtiendo casi en una obligación que me lastraba incluso en el placer de la lectura, pero con esta novela no he podido estarme de escribir cuatro líneas, de reflejar en este pequeño espejo los sentimientos que me han devuelto las letras del señor Cervantes. No puedo hablar de la categoría literaria per se porque ni siquiera he parado un segundo a observar su estructura o su técnica (más allá de que está muy bien escrita), lo digo con toda honestidad, y no lo he hecho porque he estado muy ocupado sintiendo, siendo, viviendo las historias de los personajes de la novela, secándome las lágrimas y grifándoseme la piel con ellos en muchos momentos. El barrio de Barcelona, los vencidos y los humilladores, Esperanza, Nil, Leo, Jacinto, los maquis, la ciudad en sí misma, y el cine, la gran mentira, el amor por el cine, por sus actores, equipos, libros, guiones, todos ellos formando parte de un elenco de personajes tan reales que no parecen poder haber sido inventados.

Como decía, hacía años que no me conmovía una historia como me ha ocurrido con El chico de las bobinas. Gracias al señor Pere Cervantes por haberla escrito.


Resumen del libro (editorial) 

Barcelona, 1945. Nil Roig es un chiquillo que se pasa el día en bicicleta transportando de un cine a otro viejas bobinas de películas. El día de su decimotercer cumpleaños es testigo de un crimen cometido en el portal de su casa. Mientras el asesino huye después de haberlo amenazado de muerte en caso de no mantener la boca cerrada, el moribundo le entrega el misterioso cromo de un actor de cine de la época; un objeto perseguido y anhelado por un excomandante de la Gestapo y un policía sin escrúpulos. El hecho de que el moribundo le dé el cromo a Nil pronunciando el nombre de David, el padre desaparecido del muchacho, arrastrará a este a resolver un secreto del pasado por el que pagará un alto precio.

En una Barcelona de claroscuros, El chico de las bobinas nos habla de la incomparable fortaleza de esas mujeres, víctimas de la guerra, que enseñaron al mundo cómo sobrevivir, y de esas salas de cine de barrio que permitieron soñar en los años de plomo y se convirtieron en refugio de infancias maltrechas.

Un thriller nostálgico cargado de emotividad y misterio que nos muestra la fragilidad y la ambigüedad de la naturaleza humana.

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